miércoles, 27 de marzo de 2013

La calidad educativa: una tarea pendiente

Seguramente la frase más repetida en estos últimos 30 años en Nicaragua sea: “Para salir del subdesarrollo hay que invertir en educación”. Paradójicamente esta es la frase que menos se aplica.

Los gobiernos de las tres últimas décadas han sido indiferentes a las necesidades del sistema educativo y han sido ciegos a las virtudes de una buena educación y los réditos que genera invertir en ella, en cambio, ven a la educación como algo no prioritario. Pues no saben o no se quieren dar cuenta que  si no tenemos gente que sea capaz de inventar e innovar jamás se saldrá de la pobreza material y espiritual en la cual estamos inmersos. Porque se debe estar claro que el desarrollo humano de un país depende en gran medida del nivel educativo y cultural del mismo. En efecto, la escuela, al elevar el nivel cultural de los individuos aumenta también sus capacidades y, sobre todo, les otorga una base para la cualificación profesional, imprescindible para lograr el ansiado desarrollo. No en vano se observa que los países que tienen un alto o bajo nivel de desarrollo humano tienen también un alto o bajo nivel educativo.

Por la indiferencia de los gobiernos, la clase política y de los ciudadanos se puede ver que los estudiantes egresados de la secundaria no cuentan con los aprendizajes elementales para enfrentar la dinámica de una sociedad que avanza por el valor agregado que generan los conocimientos, los lenguajes abstractos, los mecanismos informáticos y digitales, y que se mueve al ritmo de los descubrimientos de la ciencia y la tecnología. Esto los reduce a la condición de pobres por ignorancia, con la única posibilidad de acceder a empleos mal pagados, o al subempleo, o a ser sujetos cautivos para engrosar las filas de la migración o de la delincuencia, por desesperación o abandono social. Sólo una minoría privilegiada puede ser parte de la modernidad digital y tecnológica, por su capacidad para alcanzar altos niveles de educación formal, pero esto sólo hace más ricos a algunos y más pobres a todos los demás.

Por lo que para empezar a mejorar la educación no sólo debemos tener en cuenta el aumento del presupuesto destinado a educación sino también la mejora de su calidad.  Para eso en primer lugar se necesita reivindicar la labor docente, no sólo social sino económicamente, luego capacitarlos permanentemente e incorporar personal docente sólo por  méritos académicos y no por méritos políticos o partidarios. Y luego evaluar a los docentes no por la cantidad de estudiantes aprobados que tengan sino por su desempeño pedagógico y por cuanto han aprendido sus alumnos. Y en segundo lugar el sistema educativo nicaragüense debe promover  la autonomía escolar porque lo que actualmente hace es más bien buscar homologar lo más posible a todos los centros educativos en un modelo, un currículo, un enfoque de programas de evaluación, de estándares de aprendizaje, lo cual es ridículo. Debido a lo cual siempre se encontrará en las escuelas públicas, profesores que dicen “esto no se puede hacer, esto no te lo permite el ministerio, que la norma dice esto”, por lo que no hay espacio para la innovación y la creatividad docente porque está explícitamente prohibida porque con un enfoque así no hay manera.

Entonces tomando en cuenta estos dos puntos se comenzarán a romper de una vez por todas con el pésimo sistema educativo nicaragüense y se buscará vivir experiencias innovadoras que puedan ser disruptivas y lograr la calidad en la educación. Además de ser agresivos para implementar y empujar programas a largo plazo que promuevan actividades sistemáticas de investigación y de desarrollo, lo cual debe estar respaldada por el estado.


Publicado en La Prensa el 12 de febrero de 2013

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